domingo, 17 de diciembre de 2017

La fracasada conspiración política contra D. Francisco Berruezo López en 1879


D. Francisco Berruezo López. 1864.
El 24 de abril de 1874 falleció en su casa-palacio del Paseo del Malecón don Manuel Berruezo Ayora, líder del partido Unión Liberal en Garrucha. Desde la fundación del partido en 1858 había acaudillado a esta facción política de corte centrista bajo cuyas filas se encontraban figuras tan destacadas de la historia local como don Bernardo Gerez Soler, don Pedro Berruezo Soler y jóvenes como don Francisco Berruezo López, don Cleofás Berruezo Castaño o don Miguel Sáez Rodríguez.

La muerte de D. Manuel Berruezo originó un vacío de poder entre los unionistas garrucheros, y fueron varios los candidatos que intentaron hacerse con la jefatura. Sin embargo, el relevo tras la muerte del patriarca político no fue sencillo, pues añadido a su fallecimiento vino también la desaparición de la Unión Liberal en 1874 y la integración de la mayoría de los unionistas, según sus intereses ideológicos, en los dos grandes partidos dinásticos surgidos en la Restauración Borbónica: el Liberal Conservador de Cánovas del Castillo y el Liberal Fusionista de Sagasta.

Todo parece indicar que el sucesor político de don Manuel Berruezo Ayora fue su sobrino, don Francisco Berruezo López, mano derecha de su tío y que ya con poco más de 30 años se había convertido en un consagrado y exitoso empresario. Sin embargo, sus adversarios políticos, tanto correligionarios como oponentes, no le pusieron fácil la sucesión e intentaron menoscabar la notoria influencia de la Casa Berruezo en la política garruchera. Probaron la determinación del joven Berruezo, su fortaleza ahora que ya no estaba la todopoderosa sombra de su tío, y lo que no imaginaban es que don Francisco Berruezo caminaba con pies de plomo, y que ningún viento, por fuerte que fuese, podía hacerlo caer, pues si aguerrido fue don Manuel Berruezo más aún lo fue su sobrino.

Vista panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

En la sesión plenaria del 15 de junio de 1879 la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Garrucha, presidido por el conservador don Asensio Fernández Morán, acordó exonerar del cargo de concejal a don Francisco Berruezo López, Primer Teniente de Alcalde por aquel entonces. No cuesta imaginar la sonrisa de satisfacción de los conservadores, al haber eliminado políticamente con este acuerdo a un destacado opositor, y de traición de sus correligionarios, los liberales, que, promovidos por los concejales don Miguel Sáez y don Diego León Caparrós, habían consumado de esta manera la conspiración contra su “amigo”.

D. Miguel Sáez Rodríguez. Hacia 1880
(Extraída de Memoria fotográfica de Garrucha (1838-1936) 
La Historia Quieta. Vol. III.
Ed: Ayto. de Garrucha. Autor: Juan Grima.)
Parece evidente que Sáez, antiguo empleado de la Casa Comercial de don Manuel Berruezo, buscaba con esto promocionarse, ya que, al neutralizar a Berruezo, podría con más facilidad ascender en su carrera política y hacerse con la jefatura del Partido Liberal. Por ello, en el citado Pleno rescató una vieja petición de dimisión que había solicitado don Francisco Berruezo en septiembre del año anterior, en la que aludiendo a la posible incompatibilidad de su cargo como concejal y Vicecónsul de Portugal solicitaba su cese como edil. Dimisión que entonces fue rechazada, por no existir tal incompatibilidad legal, y que ahora, a propuesta de D. Miguel Sáez, había sido aceptada de manera “extraña y anómala”, en ausencia y sin conocimiento del Sr. Berruezo.

Las discrepancias políticas entre Sáez y Berruezo parece ser que venían de antes y ya se habían puesto de manifiesto en un Pleno anterior, celebrado el 1 de junio de 1879, en el que se debatió sobre la incapacidad como edil de D. Ramón Cervantes Cervantes, concejal electo de Garrucha, ya que éste no era vecino de la villa sino residente en la misma. En la votación que se llevó a cabo don Francisco Berruezo votó a favor de su capacitación como concejal mientras que D. Miguel Sáez lo hizo en contra, junto a 5 de los 9 ediles, por lo que Cervantes quedó incapacitado como concejal.

Don Francisco Berruezo López quedó atónito ante el acuerdo de exoneración de su persona que había tomado el Ayuntamiento y procedió a actuar, pues como él dijo: “Preciso es por decoro defenderse”. Al día siguiente, 16 de junio, remitió a la Excma. Comisión Provincial de Almería el oportuno recurso de agravios para que el mencionado acuerdo no prosperase y fuese revocado; como él mismo diría: “Aparte de la improcedencia del acuerdo en su fondo, resulta en él con marcadísimo tinte de apasionamiento la irregularidad en la forma, pues para declarar la pérdida del cargo se da por supuesta una dimisión que hoy no existe”.

A esta traición política se va a unir la pérdida de un gran apoyo político para él, pues dicho día 16 murió su suegro, don Bernardo Gerez Soler, viejo político liberal y concejal en el momento de su fallecimiento, que había sido Alcalde en 1873 y uno de los padres fundadores de Garrucha, junto a don Manuel Berruezo Ayora, en 1861.

Pese a todo, D. Francisco Berruezo no se amilanó y prosiguió con su defensa política. Él mismo llegó a pensar, tratando de entender la conspiración, si tal felonía “¿será que habrá faltado a la idea de confianza que debe a sus colegas, o que no llena la alta misión que le está encomendada? Y si esto no es así, ¿de dónde ahora ese espíritu de justicia por atender esa incapacidad? ¿Cómo, pues, quienes tan celosos se muestran, no ven la viga en sus ojos para encontrar la mota en el ajeno, toda vez que el iniciador D. Miguel Sáez Rodríguez es Estanquero, y lo es también D. Diego León Caparrós? ”, como expuso en su escrito.

Aunque no se ha podido seguir documentalmente cómo acabaron estos hechos de manera concreta, pues el Archivo Municipal de Garrucha está en proceso de recuperación y catalogación, parece lógico pensar que D. Francisco Berruezo López logró imponerse a sus "conspiradores" y su forzada dimisión quedó en suspenso, ya que durante los años siguientes siguió siendo concejal, regidor síndico e incluso Alcalde de Garrucha de 1887 a 1889.

Sin lugar a dudas, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX el peso político de don Francisco Berruezo en Garrucha fue muy importante, siendo uno de los más firmes pilares locales sobre los que se asentaron Diputados liberales como Anglada o Barcia. Con los años, Berruezo avanzaría ideológicamente hacia un republicanismo posibilista, llegando a ostentar la jefatura de los republicanos. Asimismo, fue uno de los mayores apoyos de su hijo D. Pedro Berruezo Gerez como Alcalde de Garrucha largos años en el primer tercio del siglo XX. 


martes, 12 de diciembre de 2017

Garrucha, ¿una pequeña Gran Bretaña?



Vista panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

En 1893 el vicecónsul inglés en Gijón escribió: “España está todavía muy atrasada en el desarrollo de sus recursos naturales, comerciales e industriales y no tiene muchas empresas privadas, por lo que ofrece pocas salidas a los jóvenes que desean seguir una carrera comercial; por consiguiente, el colocar a los hijos en la administración pública, la única salida posible para una mayoría de jóvenes, es una cuestión de gran importancia”.

No hemos de quitarle razón a la aseveración del diplomático en sentido general, aunque si hablamos de Garrucha lo cierto es que fue todo lo contrario. Lo que vivió este municipio del levante almeriense a partir de la segunda mitad del siglo XIX fue inaudito, pues en pocos años multiplicó su población un 200% y vivió un gran esplendor económico gracias al comercio y la industria minera.

En cierto modo, Garrucha se aproximó más a la rica Gran Bretaña de la Era Victoriana que a esa España rural, atrasada y eminentemente agrícola que se abría paso lentamente en la Revolución Industrial. Además, las malas infraestructuras terrestres dio a Garrucha un cierto carácter de isla, pues casi toda su actividad comercial e industrial se llevaba a cabo través de su playa.

El escritor Carlos Dardé, en su libro Cánovas y el Liberalismo Conservador, menciona la diferencia entre la España y la Gran Bretaña de finales del siglo XIX, donde parafraseando a su homónimo, el escritor José Varela, menciona que, en oposición a lo que ocurría en nuestro país, en la Patria de Shakespeare “un intenso proceso de movilidad social discurría a través del mundo de la empresa privada, mercantil e industrial” mientras que la política era un “coto reservado a una aristocracia con sentido del deber y voluntad de servicio, persuadida de su natural autoridad y misión superior”. ¿Acaso estas palabras sobre la realidad británica no podrían extrapolarse con matizaciones a la Garrucha decimonónica? Sin lugar a dudas, sí.

No conviene olvidar que la constitución de Garrucha fue una realidad gracias a la gestión de grandes empresarios, principalmente los Berruezo y los Orozco, que, moviendo los oportunos hilos en Madrid, consiguieron la firma de Isabel II para emanciparla de su matriz, Vera. Desde ese momento, aquella acaudalada burguesía, tomó las riendas del pequeño pueblo marinero que se hacía cada vez más importante en el concierto de las ciudades españolas debido a su gran actividad comercial e industrial, llegando a competir con puertos tan importantes como Málaga, Santander o Vizcaya.

En pocos años Garrucha fue la Patria Chica de renombradas familias de empresarios, donde aparte de las consabidos Berruezo y Orozco, se establecieron los Anglada, Gea, Huelin, Calvet, Lengo, Labernia, Pecket, Moldenhauer o Fuentes, entre otros. El establecimiento de estas Casas Comerciales y la exportación minera (producto de la intensa actividad metalúrgica de las fundiciones ubicadas en la zona) por la rada de Garrucha trajo consigo una gran cantidad de trabajo, llegando a emplear a muchas personas.

Mientras que la política en Gran Bretaña era ostentada por una antigua aristocracia comprometida con el porvenir del país, en Garrucha, en sustitución de ésta, fue la burguesía que se había hecho rica al calor de la minería y el comercio quién asumió el control de la política local. Un compendio de ilustrados hombres de negocios que trabajaron por el bien del municipio. Particularmente notorio fue el caso de los Berruezo, que llegó a crear una auténtica dinastía de Alcaldes y a ser una de las familias que más se involucró política y económicamente en el desarrollo y la prosperidad de Garrucha. Fueron seis los miembros de esta familia que ocuparon la Presidencia del Ayuntamiento, desde el primer Alcalde que tuvo el municipio, don Manuel Berruezo Ayora, uno de los principales promotores de la constitución de Garrucha como villa independiente en 1861, hasta don Pedro Berruezo Gerez, hijo y nieto de Alcaldes, que ostentó el bastón de mando durante 15 años, hasta la llegada de la II República en 1931.

Pero esto no fue todo, parejo a estos importantes hombres de negocios afincados en Garrucha y a la relevante actividad económica del levante almeriense, se establecieron en el municipio Viceconsulados, Casinos, Teatros, Sociedades Culturales… e incluso una logia masónica. Además, en la estación de baños, Garrucha fue destino veraniego de muchos pueblos de Almería y Murcia. Todo ello, en suma, dio a Garrucha este toque tan distinto y cosmopolita que tanto la caracterizaba, lo que de alguna manera, hizo a la localidad tener más en común con la industriosa y culta Gran Bretaña que con la España cañí.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Florinda Alonso Berruezo, la jueza "roja" de Garrucha


Milicianas en la Guerra Civil Española

Comenzaba el verano de 1936 en Garrucha y la villa recibía la clásica afluencia turística de las boyantes familias de la región, que disfrutaban de la estación de baños en este pueblo marinero, cuando el Alzamiento militar de julio se produjo. Pocos de aquellos que disfrutaban de la playa, de los paseos por el Malecón, del Casino y de las Veladas Artísticas pensaban que una cruenta lucha fratricida que duraría tres años acababa de empezar en España.

Ante el crudo matiz que empezaba a tener el asunto, la mayoría de los veraneantes regresaron a sus lugares de origen, dejando a Garrucha sumida en un verano extraño y apático, donde la alegría y jovialidad propia de la estación estival dio paso a una gran incertidumbre y miedo. La Guerra Civil daba comienzo y el municipio permaneció hasta el final de la contienda bélica en zona republicana. 

En este ambiente incierto y cada vez más radicalizado fue donde se movió nuestra protagonista, Florinda Alonso Berruezo, que por aquel entonces rondaba los cincuenta años, era soltera, de ideología de izquierdas y perteneciente a una de las familias de comerciantes más destacadas de Garrucha, la Berruezo. Su tío fue el memorable Cleofás Berruezo Castaño, acaudalado hombre de negocios que fue Alcalde de Garrucha a finales del siglo XIX, Presidente del Casino y Agente Consular de Francia en la localidad y en Villaricos.

Comprometida con la causa republicana, fue el Alcalde socialista D. José Clemente quien le comunicó, el 18 de septiembre de 1936, que habían acordado nombrarla Jueza Municipal de Garrucha, cargo que se vio obligada a aceptar para que no la consideraran desafecta al Régimen, y en el que se mantuvo hasta febrero de 1938. 

Pese al apasionamiento ideológico de la Guerra y sus terribles consecuencias con muertos en uno y otro bando, Florinda Alonso Berruezo no se dejó arrastrar, como sí ocurrió con otras milicianas de la localidad, hacia el camino del odio y la violencia. Prueba de ello fue que, haciendo uso de su autoridad como Jueza Municipal y miembro de la directiva del Partido Comunista de Garrucha, llegó a ingeniárselas para facilitar avales a personas de derechas para que pudiesen marchar al extranjero, y todas las noches cobijaba en su domicilio a jóvenes temerosos de ser detenidos y fusilados, pues algunos de ellos eran hijos de significados derechistas o católicos presos en la cárcel que había habilitado el Comité Revolucionario en el Paseo del Malecón.

Sin embargo, su valentía y temeridad terminó por pasarle factura, pues al esconder a una maestra fue descubierta por sus camaradas. Automáticamente fue expulsada del Partido Comunista e incluso quisieron detenerla.

Cuando las tropas nacionales tomaron Garrucha a finales de marzo de 1939, una de las primeras represalias que tomaron contras las milicianas (entre las que se encontraba Florinda) fue raparles la cabeza para escarnio y humillación pública. Asimismo, en mayo de 1939 el cabo comandante del puesto de la Guardia Civil de Garrucha ordenó su detención bajo la acusación de haber sido comunista y Jueza Municipal durante la Guerra. Sin embargo, Florinda logró huir del municipio, refugiándose en diversas localidades como Baeza o Barcelona, donde tenía familiares. Finalmente, detenida el 19 de septiembre de 1940, fue juzgada y sentenciada el 27 de febrero de 1941 a 6 años y un día de prisión, siendo encarcelada en la Prisión Provincial de Almería. Poco más de 5 meses después de dictada la sentencia, el Ministerio de Justicia le concedió la libertad condicional por Orden de 2 agosto. 

Florinda Alonso Berruezo es uno de esos ejemplos de que en tiempos de guerra, cuando sale lo peor del ser humano, cuando la oscuridad se cierne sobre la humanidad, también hay personas que priman la vida por encima de las ideologías políticas.

Firma de Florinda Alonso Berruezo


martes, 21 de noviembre de 2017

La Garrucha de González Billón en Santander



Marinos y trabajadores posando en una de las barcazas. Garrucha, Almería, Ca. 1901-1906. Colección: Raúl Hevia
(http://www.eldiariomontanes.es/culturas/rompe-cabo-mayor-20171008220703-nt.html)

En el Centro de Arte Faro Cabo Mayor (Santander, Cantabria) tiene lugar actualmente la exposición temporal ¡Que sea mar!, una muestra de fotografías inéditas tomadas por el Contralmirante de la Armada D. José González Billón, la mayoría de ellas realizadas en Garrucha a principios del siglo XX. 

Este marino español y aficionado a la fotografía, siendo Teniente de Navío, fue nombrado en 1903 responsable de la Ayudantía de Marina de Garrucha. Durante su etapa en este pueblo marinero retrató la vida cotidiana del municipio, principalmente escenas de pesca, carga y descarga de buques en la playa y fiestas populares.

La muestra, inaugurada el pasado octubre, podrá contemplarse en el citado Centro de Santander hasta el 30 de diciembre, y constituye un testimonio gráfico de primer orden para conocer esa Garrucha olvidada, a veces, por los fotógrafos profesionales de la época, la del día a día, la de los sufridos pescadores y jornaleros, la de la intensa actividad comercial y minera por su rada que tanta fama le dio en su época.

Esta exposición no hubiera sido posible sin el tesón y esfuerzo del investigador D. Raúl Hevia García, Comisario de la misma, con quien tuve el placer de intercambiar impresiones y opiniones el año pasado, cuando la investigación sobre la colección fotográfica desconocida e inédita del Contralmirante se estaba llevando a cabo.

También destacar el ilustrado libro de la exposición que me ha enviado amablemente don Raúl y que ha editado la Autoridad Portuaria de Santander. Esta obra gráfica tiene un gran valor para todos aquellos que amamos la historia de Garrucha y del levante almeriense.

Mi más sincera felicitación al Sr. Hevia y a todos cuantos han ayudado para llevar a buen término tan excelente trabajo y quizá, algún día, podamos ver una exposición similar en la propia Garrucha, que estoy seguro que gustará enormemente.

Para más información:





domingo, 5 de noviembre de 2017

Los Berruezo y los Orozco, parentescos familiares


D. Ramón Orozco Gerez
Con altos intereses económicos en
Garrucha, estuvo involucrado junto a los
Berruezo en la constitución del municipio
como independiente en 1861.
Era primo segundo de D. Bernardo Gerez Soler,
yerno de D. Francisco Berruezo López.
(Extraída Biografías Diputación de Almería)
De vez en cuando me pregunta algún que otro investigador sobre el grado de parentesco de mi rama de los Berruezo con doña Ana Segura Berruezo, esposa de D. Ramón Orozco Gerez,  destacado empresario veratense que llegó a ser el hombre más rico de la provincia de Almería en el siglo XIX, y que, además, fue un gran político, líder indiscutible del progresismo almeriense llegó a ser elegido Diputado a Cortes en varias ocasiones y Senador del Reino, entre otros cargos.

Tomando como referencia a la generación de mis bisabuelos, los Berruezo Gerez, se va a desgranar en este artículo el grado de consanguineidad existente con Dña. Ana Segura Berruezo y con el propio D. Ramón Orozco Gerez, pues mi linaje está emparentado con la familia Orozco Segura por ambas ramas.


Los hermanos Berruezo Gerez eran nietos por línea materna de don Bernardo Gerez Soler, rico propietario e inversor minero que fue uno de los padres fundadores de Garrucha, y que, tras la constitución de la localidad como municipio independiente en 1861, fue largos años concejal y Alcalde de la villa. Este prohombre era, según la genealogía del apellido Gerez (Figura 1), primo segundo de D. Ramón Orozco Gerez, pues los abuelos Gerez de ambos eran hermanos: Ramón y Marcos Gerez Mellado. Por tanto, Orozco era tío-abuelo tercero de los Berruezo Gerez, o dicho de otra manera, D. Ramón Orozco Gerez era tío tercero de la madre de éstos, doña María del Mar Gerez Segura, esposa de D. Francisco Berruezo López. De manera similar, los hermanos Orozco Segura eran tíos cuartos de los Berruezo Gerez, según el linaje Gerez.

Figura 1: Genealogía GEREZ. Grados de consanguineidad entre los Orozco Segura y los Berruezo Gerez

Aparte del cercano parentesco por los Gerez, don Bernardo Gerez Soler también estaba emparentado con don Ramón Orozco Gerez por la genealogía del apellido Orozco, como se muestra en la Figura 2, pues según esta línea genealógica, la tatarabuela del primero (Juana Orozco Soler) era hermana del bisabuelo del segundo (Antonio Orozco Soler). Así pues, siguiendo el linaje Orozco, don Ramón Orozco Gerez era, a su vez, tío cuarto de don Bernardo Gerez Soler, tío-abuelo cuarto de doña María del Mar Gerez Segura y, por tanto, tío-bisabuelo cuarto de los hermanos Berruezo Gerez. Asimismo, éstos eran sobrinos nietos quintos de los Orozco Segura, según la rama de los Orozco.

Figura 2: Genealogía OROZCO. Grados de consanguineidad entre los Orozco Segura y los Berruezo Gerez

D. Francisco Berruezo López
Por otro lado, D. Francisco Berruezo López, rico propietario, comerciante e industrial minero, era sobrino quinto de Dña. Ana Segura Berruezo, como se muestra en la genealogía de los Berruezo-Ayora & Segura-Berruezo (Figura 3), por lo que era primo quinto de los hijos de ésta, los Orozco Segura. Asimismo, puede comentarse que el tío de don Francisco Berruezo, don Manuel Berruezo Ayora, primer Alcalde de Garrucha y uno de los padres fundadores del municipio, era primo cuarto de doña Ana Segura Berruezo. También, desde el punto de vista del linaje Berruezo, los hermanos Orozco Segura eran tíos sextos de los Berruezo Gerez.

La otra rama de trascendencia histórica para Garrucha de los Berruezo, la de D. Pedro Berruezo Soler, también está emparentada con la de Dña. Ana Segura Berruezo. En este sentido, Berruezo Soler era sobrino quinto de doña Ana Segura y primo quinto de los Orozco Segura. Por tanto, los hijos de don Pedro Berruezo Soler (D. Juan Francisco Berruezo Torres, Dña. Isabel Berruezo Torre y D. Pedro A. Berruezo García) eran sobrinos sextos de los hermanos Orozco Segura.

Figura 3: Genealogía BERRUEZO-AYORA & SEGURA-BERRUEZO.
Grados de consanguineidad entre los Orozco Segura y los Berruezo Gerez

En conclusión, los hermanos Berruezo Gerez eran sobrinos nietos terceros (por la rama Gerez) y sobrinos bisnietos cuartos (por la rama Orozco) de D. Ramón Orozco Gerez, y sobrinos nietos quintos de Dña. Ana Segura Berruezo. 

Queda claro que los Berruezo y los Orozco, dos de las familias más importantes de la historia de Garrucha, estuvieron unidas no sólo por asuntos de negocios sino que también existían entre ellas lazos de consanguineidad, como se ha demostrado.



sábado, 2 de septiembre de 2017

Mi heroico abuelo Fernando Ayora



Cuando recuerdo a mi abuelo, siempre me viene a la mente aquel bravo anciano octogenario, ciego por unas cataratas que su época no pudo curarle, que pasaba los últimos años de su vejez sentado en una silla en casa.  Atrás –decía–  quedaban ya sus años de gloria y esplendor. De rostro arrugado con alguna que otra cicatriz de combate en su fatigado cuerpo, peinaba unos pocos pelos alborotados tan blancos como las perlas, y unas alicaídas y largas patillas fernandinas que en otro tiempo debieron ser negras como el azabache y orgullo patrio.

Cuando nadie me veía, me gustaba entrar en su dormitorio y pasar el tiempo viendo sus viejas insignias militares, ponerme el roído bicornio y tocar aquel enorme sable que presidía el cabecero de su cama. Pero eso no era todo, en uno de los cajones de su cuarto guardaba lo que él siempre llamaba “mis papeles”, un legajo de amarillentos documentos oficiales firmados por el mismísimo Godoy y por los Reyes Carlos III, Carlos IV y Fernando VII con la imponente rúbrica Yo El Rey, ¡Qué impresión me causaba aquello a mi tierna edad!, ¿Cómo podían referirse a mi abuelo los Reyes? ¿Tan importante había sido? Al menos para mí sí lo era en aquel momento.

Como todo anciano, mi abuelo Fernando era un buen cuenta historias y a mí siempre me encantaba escucharlas. Recuerdo que decía que había nacido en Vera el 1 de enero de 1753 y que su familia, los Ayora, eran cristianos viejos, pues, según narraba con mucho orgullo, sus antepasados constaban entre los primeros repobladores de la Vera cristiana tras la Reconquista a finales del siglo XV.

Uniformidad Regimiento Costa de Granada
Pese a pertenecer a una familia con ciertas comodidades, pronto sintió que su vida no estaba hecha para ser hacendado, por lo que sentó plaza como militar de caballería en el Regimiento Costa de Granada bajo el reinado de Carlos III. Se licenció en 1803, tras 25 años de servicio, y con una gratificación de D. Manuel Godoy, todopoderoso Valido de Carlos IV, por el buen desempeño de sus funciones.

Unos años antes, en 1777, había contraído matrimonio en Vera con mi abuela doña Ana Guevara, de cuyo enlace nació mi señora madre, la irreductible y formidable doña Juana Ayora Guevara.

Corrían tiempos difíciles en España tras la invasión napoleónica en 1808 y, cuando llegaron los franceses a Almería en 1810, mi abuelo decidió salir a combatirlos, como ya estaba haciendo en otros puntos del país el heroico pueblo español. Tenía 55 años por aquel entonces, una edad avanzada para la época, pero ello no fue mella para que se enfundará en el cinto su vieja pistola de chispa, su faca, cogiese su sable y se presentase en Vera ante el Intendente de Rentas Reales, D. Manuel de Ibarrola, ofreciéndole sus servicios; éste lo admitió de inmediato, dada su experiencia militar y la falta de personal que tenía en aquellos duros momentos para la Nación. Encuadrado en este Instituto Armado, como Dependiente del Resguardo, luchó contra los franceses, socorrió a sus vecinos y ayudó al avituallamiento del Ejército patriota. También estuvo en contacto con su yerno, mi señor padre, don Cleofás Berruezo de Aro, que al mando de la partida de Carboneras combatía incansablemente a los pérfidos soldados de Napoleón.

Terminada la Guerra en 1814, decidió continuar sirviendo en Rentas hasta que se jubiló en 1830, a la edad de 77 años. En total había servido fiel y lealmente a España 43 años, dos meses y once días, según consta en su expediente profesional. Toda una vida.

Sin lugar a dudas, mi heroico abuelo don Fernando Ayora Mellado fue un español de raza, un hombre valiente comprometido con su país y su gente, que en tiempos de pesar y calamidades para España supo estar siempre a la altura de las circunstancias. Valgan estas humildes y breves líneas como homenaje a tan venerable anciano.

Caballería española cargando en Bailén contra los franceses en 1808. Pintor: Ferrer-Dalmau


lunes, 31 de julio de 2017

Garrucha y la epidemia de tifus de 1929



Panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fot: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

A principios del siglo XX, se estima que el 70% de la población de Garrucha pertenecía al estamento proletario, mientras que el 30% restante se repartía en una pequeña clase media  y una minoritaria alta burguesía que se había hecho rica al calor de la minería y el comercio. Mientras estos últimos vivían en las principales calles de la población, los llamados «pobres» vivían en los barrios altos y las cimbras abandonadas del Martinete y San Jacinto, donde se hacinaban en condiciones miserables e insalubres, proclives a padecer todo tipo de enfermedades. Por ello, cualquier caso de cólera, sarampión, gripe, etcétera, corría el riesgo de convertirse en una pandemia que asolara a todo el vecindario, donde miles de personas vivían en una pequeña localidad que se ciñe, esencialmente, a un compacto y estrecho casco urbano.

Dada la vulnerabilidad epidemiológica del municipio, el Ayuntamiento de Garrucha,  a través de su Junta de Sanidad y sus competentes médicos municipales, siempre tuvo mucho celo en evitar o contener cualquier tipo de enfermedad infecciosa que pudiera suponer un riesgo para la salud pública.
 
A lo largo del siglo XIX fueron varios los casos en los que Garrucha eludió, gracias a las medidas sanitarias tomadas, la llegada o el contagio de graves enfermedades, como por ejemplo la conocida epidemia de cólera morbo que afectó a otros municipios del levante almeriense en 1860 o 1885. Sin embargo, a veces, y pese a todos los medios puestos en juego, se producían epidemias. Tal fue el caso de la famosa gripe española de 1918, que dejó en Garrucha la terrible cifra de 224 fallecidos, es decir, perecieron 5 de cada 100 habitantes.

En 1929 el municipio se enfrentó a una nueva calamidad. En abril de ese año se detectaron, en tres casas de familias desfavorecidas, cuatros casos de tifus exantemático. Rápidamente, el Ayuntamiento de Garrucha, aconsejado por el Inspector Municipal de Sanidad, don Trino Torres Giménez, acordonó las viviendas, con guardia permanente, para evitar que nadie penetrara ni saliera de ellas. Una vez aisladas, y siguiendo las indicaciones de Torres, se procedió al despiojamiento de los enfermos y sus familias, se desinfectaron las viviendas e incluso se hirvieron las ropas de todas las personas que vivían en las casas afectadas. Asimismo, la Municipalidad solicitó la ayuda de la Brigada de Desinfección del Instituto Provincial de Higiene.

El médico D. Trino Torres Giménez. Hacia 1910
(Extraída de Memoria histórica, fotográfica y documental de Garrucha 
(1861-1936).  Vol. II. Ed: Ayto. de Garrucha. Autor: Juan Grima. 
Documentalista: Salome del Moral)
Don Trino Torres, en su calidad de Médico Inspector Municipal, investigó el posible origen de la enfermedad, que se había dado en una mujer y tres niños, y determinó que se debía a la falta de higiene de las viviendas.

En vista de la miseria de las familias contagiadas, el Ayuntamiento presidido por D. Pedro Juaristi concedió 3 pesetas diarias a cada una de las viviendas para subvencionar las necesidades de los enfermos de cada casa, entretanto se hallasen en esa situación y fueran dados de alta.

Por desgracia, el tifus se convirtió en epidemia, aunque no tuvo una gran virulencia gracias a las acciones tomadas por el Consistorio y la Brigada Provincial de Desinfección. El Pósito de Pescadores, previamente desinfectado, se habilitó como Hospital de Aislamiento, quedando bajo la dirección del Inspector Provincial de Sanidad y el médico titular de Garrucha, y se solicitó a las monjas de Cuevas, en un primer momento, que se hicieran cargo de la atención de los enfermos en el improvisado Sanatorio de campaña. Asimismo, se asignaron los necesarios mozos desinfectores y enfermeros, todos ellos bajo las órdenes del médico epidemiólogo del Instituto don Juan Antonio Martínez Limones.

Don Trino, con un celo encomiable, instó a Alcaldía a que se visitasen los casinos, fondas, casas de huéspedes, escuelas públicas y barberías con el fin de ver si cumplían las Ordenanzas de Sanidad y para esta misión se compuso una Comisión integrada por el Alcalde, un concejal, el propio don Trino, el Inspector de Carnes y un Maestro Nacional.

Aparte del común despiojamiento y desinfección de ropas y viviendas, el tratamiento general fue a base de urotropina por ingesta, que dio excelentes resultados, pues dos meses más tarde de la detección de los primeros casos, se dio por extinguida la epidemia de tifus, que dejó un balance de 27 afectados y un único fallecido, un ciego de 62 años, por lo que puede decirse que las medidas sanitarias tomadas fueron acertadas, ya que apenas hubo merma en el municipio con un mal que pudo tener unas consecuencias terribles para la población.

Por su heroica e incansable actuación durante la comentada epidemia, fueron agraciados con la Cruz de la Beneficencia el Alcalde don Pedro Juaristi Landaida, el Inspector de Sanidad don Trino Torres Giménez y el médico epidemiólogo Sr. Martínez Limones, entre otras personas.


miércoles, 26 de julio de 2017

Berruezo y Barbieri, una amistad


El Brigadier Berruezo fue una personalidad de la España de su época. Aunque veratense de nacimiento, se asentó en el levante español, donde llegó a convertirse en una suerte de Espadón en Valencia.

Ya fuese como Diputado a Cortes, Gobernador Militar, Presidente de la Liga de Propietarios, Comisario Regio de Agricultura o Director del Hospital de Valencia, ejerció una gran influencia política y económica en la región, donde tuvo afamados amigos personales, entre los cuales se encontraban el Presidente del Gobierno D. Leopoldo O’Donnell, el Archiduque de Austria D. Luis Salvador de Habsburgo-Lorena o el destacado músico D. Francisco Barbieri, célebre compositor de Zarzuelas que es considerado el creador del Teatro musical en español. Sobre este último se conservan en el Archivo de la Biblioteca Nacional de España un par de cartas como pruebas de la amistad que hubo entre ambos.

El Brigadier de Ejército D. José Antonio Berruezo y Berruezo, y el Compositor D. Francisco Asenjo Barbieri

La primera está fechada en el Campamento de Serrallo el 4 de enero de 1860, durante la Guerra de África, y se corresponde a una misiva de respuesta en la que le agradece su felicitación por su ascenso a Brigadier (General de Brigada) por méritos de guerra. Asimismo, es interesante las apreciaciones que hace sobre la contienda y que se transcribe a continuación:

Campamento del Serrallo 4 Enero de 1860
Querido Barbieri:
Con gran placer he recibido la tuya del 23 del pasado en la que tienes la bondad de darme la enhorabuena por mi ascenso a Brigadier. Te doy las gracias porque eres un buen amigo y dices lo que sientes.
Deseo como todo buen español que se acabe la guerra, pero es preciso para esto que quedemos con carne entre las uñas, pues la sangre y el dinero gastado no son los puñeteros ingleses quien no los ha de dar. Además, ya estamos en baile y sería una majadería no acabar el rigodón, porque la música es linda y nuestro soldados hacen llevar el compás a los moritos de una manera admirable; ellos son buenos bailarines, pero los nuestros lo hacen con más gracia.
No extraño que los hombres dedicados a la asquerosa política no tengan entusiasmo por una guerra que cuyo objeto es levantar muy alta la honra de nuestra noble Nación, porque como ellos no tienen la primera, y su nobleza se funda en robar y aniquilar a la 2ª por eso no piensan más que en estudiar el modo de cómo han de subir al poder. Si estuvieran en esta tierra sufriendo los trabajos consiguientes a una guerra dura y penosa, y observaran el entusiasmo que reina en todas las clases en medio de tantas fatigas, vive seguro que variarían de modo de pensar o se avergonzarían y los echaríamos a patadas de aquí y de España.
No extrañes lo mal coordinada que va esta carta, acabo de bajar del reducto de Isabel 2ª que está cerca de la casa del Renegado y el viento me ha puesto la cabeza como una bomba, este país tiene cosas muy buenas, entre otras, son, que o hace un viendo espantoso o llueve como en los trópicos o hace un calor insufrible.
Dentro de pocos días estará el General en Jefe en Tetuán, esta noche campará en cerro Negrón.
Adiós querido Barbieri, da mis afectos a los amigos, y dispensa lo más pergeñado de esta carta al que lo es tuyo afectísimo.
José Antonio Berruezo
Desde luego, la opinión del Brigadier Berruezo sobre la clase política tiene una gran vigencia actual, pues a pesar del tiempo transcurrido pocas cosas han cambiado en España en este sentido.

La segunda carta se sitúa 18 años después de la primera y está escrita en un tono apreciablemente más cercano, lo que denota que la amistad se mantuvo con el paso de los años.

Valencia 11 Febrero 1878
Querido Paco:
Se va a poner en escena el sábado próximo a beneficio de este Santo Hospital de que soy Director, tu obra titulada El Proceso de Can-Can.
Me dice Martínez que sería muy posible vinieses a ésta a dirigirla. Me alegraría por dos razones. La 1ª porque sacaría más producto de este establecimiento y la 2ª por tener el gusto de darte un abrazo tu afectísimo amigo.
José Antonio Berruezo

Por su posición, el ilustrado militar don José Antonio Berruezo y Berruezo tuvo muchos amigos, aunque indudablemente fue su carácter como hombre de honor, su honradez, sus altos valores morales, su lealtad y fidelidad con los suyos, lo que lo hizo muy apreciado por todos. Prueba de esto tuvo lugar en su funeral acaecido en Valencia en octubre de 1886, donde pudieron verse a muchas personalidades de la España de su tiempo acompañando en tan triste día a la familia del que en vida fue su entrañable y gran amigo.


sábado, 8 de julio de 2017

El Imperio de los Berruezo


Miembros de la familia Berruezo junto a otras personalidades del levante almeriense. Hacia 1875. Fot: J. Rodrigo
(Extraída de Memoria fotográfica de Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta. Vol. III. Autor: Juan Grima Cervantes)

Los Berruezo, que ostentaron una posición destacada durante la Edad Media y Moderna, donde fueron hacendados, Caballeros de Alarde, miembros de Concejos Municipales y Alcaldes Ordinarios, vivieron una gran época de esplendor a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Puede decirse que con el inicio de la década de 1840 comenzó la forja del Imperio de los Berruezo. En pocos años, crearon un considerable señorío que se extendió por más de una decena de municipios de Almería y Murcia, y que fue gobernado desde Garrucha. Las importantes actividades comerciales e industriales que llevaron a cabo, así como una gran cantidad de propiedades diseminadas por la provincia almeriense, convirtieron a la Casa Berruezo en una de las más respetadas del levante almeriense, ejerciendo una notoria influencia política y económica en Garrucha durante 100 años.

D. Francisco Berruezo López. 1864. 
Fotógrafo: Pérez de Zafra
Col. José Berruezo García
Cortesía Dolores Peyrallo Pérez
Quizá el éxito del imperio familiar fue, aparte de su diversificación empresarial, que no dependió de la buena gestión de una única persona sino que hubo un relevo generacional que fue capaz de mantenerlo y expandirlo. Varios son los nombres a los que los Berruezo deben buena parte de su historia en el mundo de los negocios. En una primera generación podemos citar a los fundadores de la Casa: los hermanos Berruezo Ayora, donde sobresalen don Manuel, don Francisco y don Antonio, así como su primo don Pedro Berruezo Soler; en una segunda se pueden mencionar a don Francisco Berruezo López,  don Cleofás Berruezo Castaño, don Pedro Antonio Berruezo García, don Cleofás Berruezo Gálvez, don José Segura Berruezo y don Juan Francisco Berruezo Torres; y en una tercera generación es de destacar la saga de hermanos don Pedro, don Bernardo y don Francisco Berruezo Gerez.

Su imperio comercial, que perduró hasta el primer tercio del siglo XX, llevó a la Casa Berruezo a mantener relaciones empresariales con ciudades como Almería, Málaga, Sevilla, Valencia, Barcelona, Mallorca, etc. y países como Portugal, Inglaterra o Francia. Tanto al por mayor como al por menor comerciaron con una gran variedad de géneros, ya fuese barrilla, azúcar, esparto, corteza de granada, cogollos de palma, jaboncillo, jabón, arroz, sal, petróleo, madera, naranjas… Asimismo, obtuvieron la representación exclusiva en el levante almeriense de diversas marcas conocidas a nivel nacional como Vinos Marqués de Mudela, Anís del Mono, Vino Valdepeñas, diversas marcas de Cognac como Jimenez Lamothe, Henri Garnier y Jerezano, Bodegas Franco Españolas de Logroño, así como productos químicos y comestibles como zotal, quesos franceses, aceites de oliva, chacinas, aceitunas sevillanas, chocolates… Sin olvidar que también fueron delegados locales de compañías de seguros como la inglesa Commercial Union, La Polar de Bilbao o el Lloyd Malagueño, o de empresas de transporte como la Alsina.

D. Francisco Berruezo Gerez. Hacia 1910
Fotógrafo: F. de Blain
Col. José Berruezo García
La Casa Berruezo fue de las más antiguas dedicadas a la Consignación de Buques en Garrucha, pues desde don Manuel Berruezo Ayora en la década de 1840 hasta la de 1960, con un heptagenario don Francisco Berruezo Gerez, siempre hubo un Berruezo al frente de este tipo de actividad profesional. Se dedicaron a la consignación y fletamento de barcos durante más de un siglo.

El imperio industrial fue muy heterogéneo. A lo largo de los años, los Berruezo dispusieron de una serie de fábricas dedicadas a diversos sectores y repartidas por varios municipios como Almería, Mojácar, Somontín, Garrucha, Cuevas del Almanzora, etc. Así pueden citarse a modo de ejemplo las industrias dedicadas a la molienda de jaboncillo (talco), aserramiento de mármoles, producción de yesos, cemento y cal hidráulica, manufactura de esparto, fabricación de ladrillos, o la fundición de plomos San Antonio que, en su época dorada, unida a la metalúrgica Encarnación de los Fernández-Manchón, llegó a ser la segunda en volumen de plomo exportado por la rada de Garrucha y la primera en exportación al extranjero. Asimismo, la familia Berruezo se involucró en la industria aceitera, panificadora, harinera, ovina y pesquera, entre otras actividades.

En cuanto a su imperio inmobiliario, los Berruezo amasaron una gran cantidad de propiedades, tanto fincas rústicas como urbanas, repartidas por más de una decena de municipios, entre los que se encontraban: Garrucha, Mojácar, Bédar, Cuevas del Almanzora, Almería, Vera, Turre, Carboneras, Antas, Lubrín, Lucainena de las Torres, Somontín, Lúcar, Purchena, Mazarrón… La mayoría eran cortijos destinados a producción agrícola, cuyos productos exportaban por el puerto de Garrucha.

D. Pedro Antonio Berruezo García. Hacia 1885
Col. José Berruezo García
Cortesía María Teresa Ituarte Mata
La familia Berruezo también creó un importante imperio minero. A partir del descubrimiento de los filones de plomo argentífero en Sierra Almagrera en 1838 formaron parte como accionistas y miembros de diversas juntas directivas de sociedades explotadoras. Además, como ya se ha comentado, disponían de la fundición San Antonio, en manos de don Antonio Berruezo Ayora desde 1875, y fábricas para la manufactura de jaboncillo, mármol, yesos, cal… Asimismo, sabedores de los enormes beneficios que concedía la minería, registraron decenas de minas y tuvieron intereses mineros por casi toda la provincia almeriense: Bédar, Cuevas del Almanzora, Mojácar, Carboneras, Turre, Almería, Pulpí, Lucainena de las Torres, Sorbas, Vera, Lubrín, Macael, Alcóntar, Serón, Somontín, Lúcar, Gérgal, Tíjola, Fines, Oria, Albox, etcétera. Quizá sea don Francisco Berruezo López uno de los máximos exponentes familiares en este tipo de negocio, pues él solo llegó a demarcar más de 60 minas, algunas de las cuales llegaron a ser explotadas por grandes compañías foráneas. Este antepasado llegó a convertirse en una de las figuras más destacadas de la minería del levante almeriense, en particular de la de Bédar, donde fue muy respetado, y, además, presidió algunas sociedades importantes como La Recuperada, que explotaba ricas minas bedarenses de hierro.

En la época que nos concierne, la burguesía adinerada solía ejercer de prestamistas, ya que no existían los bancos como los conocemos hoy día. La familia Berruezo no fue una excepción a ello, pero se destacó por concederlos a largo plazo y no cobrar intereses, lo que denota el carácter altruista de la familia, aunque en algunos casos esos préstamos quedaban garantizados con propiedades.

D. Pedro Berruezo Gerez. Hacia 1905.
Este antepasado fue Alcalde de Garrucha 15 años
Col. José Berruezo García
Como ya se ha comentado, los Berruezo controlaron su imperio económico desde Garrucha, donde se habían asentado en la década de 1840 como relevantes comerciantes. En poco tiempo, se convirtieron en uno de los pilares de Garrucha y junto a otras importantes familias como la Orozco, la Gerez o la Quesada, lucharon por emanciparla de su matriz, Vera. No fue fácil, pero lo consiguieron, siendo el abanderado de aquel movimiento independentista, don Manuel Berruezo Ayora, el primer Alcalde del naciente municipio en 1861. Desde ese momento, siempre hubo un Berruezo presidiendo el Ayuntamiento de Garrucha en las siguientes siete décadas. Además, no se limitaron a ser Alcaldes pues también estuvieron vinculados al servicio público municipal como Concejales, Secretarios del Ayuntamiento, Gestores de las Contribuciones Fiscales, periodistas, Jueces Municipales y de Paz. Igualmente, formaron parte de la Administración Estatal como responsables del Servicio de Rentas de Garrucha y, en el ámbito de la representación consular, ostentaron los viceconsulados de Portugal y Francia. Asimismo, fundaron la que hoy es la Hermandad más antigua de Garrucha, la hoy conocida como Real, Ilustre y Antigua Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, y fueron firmes baluartes y custodios de las tradiciones populares de la localidad. También influyeron en la realización de obras que depararon un mayor trabajo para los garrucheros, como la construcción del cable aéreo minero de Bédar a Garrucha, entre otras acciones destacables.

En sentido general, puede decirse que los Berruezo trabajaron firmemente por el progreso social y económico del municipio, y, por ello, hay quien dice que para comprender mejor la historia de Garrucha hay que conocer la contribución de los Berruezo, pues hicieron máxime el lema: el bien común por encima del individual.

Vista panorámica parcial de Garrucha a principios del siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

Como colofón a este complejo artículo, donde se ha tratado de resumir la variada actividad empresarial de la familia y su estrecha relación con Garrucha, cabe citar algo muy característico de esta burguesía acaudalada, las alianzas matrimoniales que les permitieron ampliar su influencia y poder. En este sentido, entre las familias de importantes comerciantes, industriales y propietarios que emparentaron con los Berruezo en esta época se pueden mencionar a la Labernia, la Fuentes, la Segura, la Cánovas o la Gerez.


domingo, 2 de julio de 2017

Homenaje del Distrito de Vera a D. Augusto Barcia en 1917


Portada del libro con letras doradas
Col. José Berruezo García
La muerte de D. Jacinto María Anglada en 1902, histórico Diputado de ideología liberal del Distrito de Vera, dejó a la circunscripción veratense desvalida de un candidato capaz de contrarrestar la gran influencia que ejercía el diputado conservador D. Manuel Giménez Ramírez. Ni Pertegaz ni Silvela ni Salvador Carreras, políticos cuneros, tuvieron el peso necesario para satisfacer las necesidades de los liberales del distrito electoral, en el que se incluía Garrucha. Por ello, aprovechando que D. Melquiades Álvarez acababa de fundar el Partido Reformista, solicitaron a éste que les mandase un candidato liberal reformista. Álvarez propuso a los electores a los treintañeros D. Manuel Azaña y a D. Augusto Barcia, y ante el desconocimiento de uno y otro, eligieron al segundo. 

Barcia llegó en 1914 e intentó hacerse con el acta de Diputado a Cortes por Vera en la Elecciones Generales de ese año, y aunque su candidatura ganó ampliamente en Garrucha, gracias al apoyo de familias como la Berruezo o la Fuentes, el cómputo global en el resto de municipios del distrito decantó la balanza hacia el conservador D. Manuel Giménez. No obstante, sí logró salir elegido Diputado en 1916, 1918 y de 1919 a 1923.

Detalle de la justificación de la
edición de la obra.

Col. José Berruezo García
D. Augusto Barcia, que estuvo en Garrucha en diversas ocasiones, fue un político querido y desde su posición consiguió algunas mejoras para su Distrito, así como hacer favores a su clientela política. Este Diputado despertó mucha ilusión y admiración tanto en Almería como en los pueblos que se aglutinaban bajo el Distrito de Vera, y en su primera legislatura los electores decidieron homenajearlo editando “una obra de lujo que contenga toda la serie de oraciones parlamentarias pronunciadas en la presenta legislatura en el Congreso español por el elocuentísimo Diputado que representa el Distrito de Vera Sr. Don Augusto Barcia y Trelles, para ofrecerla como homenaje de admiración y respeto, y como testimonio del inmenso cariño que le profesan sus electores”. Para ello se abrió, con ayuda de la prensa, una suscripción popular (establecida entre 0,50 y 5 pesetas como máximo por persona) que fue rápidamente contestada por centenares de barcistas de los municipios del Distrito de Vera: Albox, Antas, Bédar, Carboneras, Garrucha, Lubrín, Mojácar, Pulpí, Turre, Vera y Zurgena. 

Destacadas personalidades alabaron su figura y la realización del libro, como el jurista y escritor D. Antonio Zozaya que dijo al respecto:

D. Augusto Barcia en 1936.
Durante la Guerra Civil
fue Ministro de Estado y
Gobernación, así como
Presidente del Gobierno
"Esto de que los electores de un diputado – que no es cacique ni cuenta con el padrinazgo de los que lo son, ni es protegido del Gobierno, a cambio de benevolencias, ni siquiera monárquico – se reunan, recauden fondos y coleccionen en un volumen elegantísimo editado y encuadernado a todo coste, los discursos de su representante en la Cámara popular, es absolutamente nuevo en España. Claro es que otros discursos han sido editados, pero no en circunstancias tan diáfanas. Barcia puede enorgullecerse de que en este homenaje que sus electores le tributan, no han entrado sino dos únicos factores: el cariño y la admiración.
Don Augusto Barcia es, sencillamente, uno de los hombres de más valía de la actual generación política; su nombre viene rodeado, desde hace muchos años de un extraordinario prestigio; sobre su talento no puede colocarse sino otro don aún más excelso: su integridad. Recto, pundonoroso, sanamente viril; desinteresado, enamorado de todos los ideales de justicia y de democracia, merece él solo cien ciudadanías. No son su doble entereza varonil, ni su decisión inquebrantable para arrollar cuantos obstáculos pueda oponerse a sus altos propósitos, las que le captan el respeto público; es, ante todo, su elevación de ideas, su pureza de determinación y su austeridad ciertamente espartana. Con su organización vigorosa, casi atlética, contrasta su ingenuidad casi infantil; con sus prematuras canas que en la flor de la vida, brillan sus reflejos argénteos entre sus cabellera negra y abundante. Barcia es «un niño precoz del futuro», y en sus pupilas relampagueantes hay siempre una transparencia que se llama adivinación.
Y luego, su cultura es lo que se llama formidable. Hace muchos años brillaba en la Universidad; luego deslumbró en el Ateneo con su saber extraordinario y su dialéctica invencible, y en las Academias y Sociedades de cultura con su documentación, su método riguroso y su clarividencia científica. Aunque jamás hubiera ocupado un escaño en la Cámara, Barcia hubiera sido siempre un político eminente y afamadísimo; un político al estilo de Mohl, de Zachadise de Schac y de Posadas; porque a diferencia de lo que hacen ciertos profesionales del parlamentarismo, Don Augusto Barcia ha querido dominar el campo de la filosofía del derecho y del Derecho positivo todo el mundo, sabe que es un letrado insigne de la política teórica y de la sociología moderna, antes de presentar al Congreso sus doctrinas y sus planes perfectos de regeneración.
Asombra maravilla; deslumbra la labor realizada por este hombre, verdaderamente extraordinario, en un solo año de actuación parlamentaria; no tiene precedentes sino que en aquellos tiempos de las Constituyentes en que pasmaron con su deber y su elocuencia Castelar, Pi, Salmerón, Figueras, Martos; Ruiz Zorrilla, Labra, Aparici y Guijarro, Manterola, Orense Cánovas y Romero Robledo. Parece mentira que un solo cerebro haya podido estudiar a fondo tantas y tan diferentes cuestiones, tan varios y complejos problemas. Y no hay más que leer los discursos, en que la forma plasma a los moldes perdurables clásicos, hasta encajar en ellos como una cristalización magna, para adquirir la certidumbre de que son ejemplo de doctrina y guía de enseñanza. 
En un año solo Barcia ha realizado una tarea que es incapaz de llevar a cabo la mayor parte de los hombres que presumen de parlamentarios en toda una vida. [...]"
(El Día, Almería, 10 de agosto de 1917) 

Primera página de la obra
Col. José Berruezo García
Y así fue como vio la luz esta obra de 331 páginas, donde se recogieron los principales discursos que pronunció en el Congreso en 1916 y 1917 sobre diversa temática, entre ellas:
  1. La política internacional
  2. La modificación de la Ley de 12 de junio de 1911 que suprimió el impuesto de consumos
  3. Sesión necrológica en honor de don Alfredo Vicenti
  4. Arrendamiento de las operaciones de producción de azogue en las minas de Almadén
  5. Gastos de reconstitución nacional y autorización para emitir deuda
  6. El problema de la emigración
  7. La reorganización del Cuerpo Diplomático y del Cuerpo Consular
  8. La polítical postal y telegráfica en España
  9. Los servicios postales, telegráficos y telefónicos en España
  10. La política hispanoamericana
  11. El presupuesto de “Gastos de reconstitución nacional” y el presupuesto de Marina
  12. La política ferroviaria en España

Al final del libro se listaron todos los suscriptores de los pueblos mencionados que hicieron posible la edición del mismo. En el caso de Garrucha, donde se recaudó la considerable cantidad para la época de 614,50 pesetas, siendo por ello la segunda localidad que más constribuyó tras Albox, aparecen 403 personas; entre las primeras están don Simón Fuentes Caparrós, don Francisco Berruezo López y los hermanos don Pedro y don Francisco Berruezo Gerez, los principales sostenes del barcismo en el municipio.

Detalle de los primeros suscriptores de la extensa lista para Garrucha
Col. José Berruezo García