domingo, 2 de julio de 2017

Homenaje del Distrito de Vera a D. Augusto Barcia en 1917


Portada del libro con letras doradas
Col. José Berruezo García
La muerte de D. Jacinto María Anglada en 1902, histórico Diputado de ideología liberal del Distrito de Vera, dejó a la circunscripción veratense desvalida de un candidato capaz de contrarrestar la gran influencia que ejercía el diputado conservador D. Manuel Giménez Ramírez. Ni Pertegaz ni Silvela ni Salvador Carreras, políticos cuneros, tuvieron el peso necesario para satisfacer las necesidades de los liberales del distrito electoral, en el que se incluía Garrucha. Por ello, aprovechando que D. Melquiades Álvarez acababa de fundar el Partido Reformista, solicitaron a éste que les mandase un candidato liberal reformista. Álvarez propuso a los electores a los treintañeros D. Manuel Azaña y a D. Augusto Barcia, y ante el desconocimiento de uno y otro, eligieron al segundo. 

Barcia llegó en 1914 e intentó hacerse con el acta de Diputado a Cortes por Vera en la Elecciones Generales de ese año, y aunque su candidatura ganó ampliamente en Garrucha, gracias al apoyo de familias como la Berruezo o la Fuentes, el cómputo global en el resto de municipios del distrito decantó la balanza hacia el conservador D. Manuel Giménez. No obstante, sí logró salir elegido Diputado en 1916, 1918 y de 1919 a 1923.

Detalle de la justificación de la
edición de la obra.

Col. José Berruezo García
D. Augusto Barcia, que estuvo en Garrucha en diversas ocasiones, fue un político querido y desde su posición consiguió algunas mejoras para su Distrito, así como hacer favores a su clientela política. Este Diputado despertó mucha ilusión y admiración tanto en Almería como en los pueblos que se aglutinaban bajo el Distrito de Vera, y en su primera legislatura los electores decidieron homenajearlo editando “una obra de lujo que contenga toda la serie de oraciones parlamentarias pronunciadas en la presenta legislatura en el Congreso español por el elocuentísimo Diputado que representa el Distrito de Vera Sr. Don Augusto Barcia y Trelles, para ofrecerla como homenaje de admiración y respeto, y como testimonio del inmenso cariño que le profesan sus electores”. Para ello se abrió, con ayuda de la prensa, una suscripción popular (establecida entre 0,50 y 5 pesetas como máximo por persona) que fue rápidamente contestada por centenares de barcistas de los municipios del Distrito de Vera: Albox, Antas, Bédar, Carboneras, Garrucha, Lubrín, Mojácar, Pulpí, Turre, Vera y Zurgena. 

Destacadas personalidades alabaron su figura y la realización del libro, como el jurista y escritor D. Antonio Zozaya que dijo al respecto:

D. Augusto Barcia en 1936.
Durante la Guerra Civil
fue Ministro de Estado y
Gobernación, así como
Presidente del Gobierno
"Esto de que los electores de un diputado – que no es cacique ni cuenta con el padrinazgo de los que lo son, ni es protegido del Gobierno, a cambio de benevolencias, ni siquiera monárquico – se reunan, recauden fondos y coleccionen en un volumen elegantísimo editado y encuadernado a todo coste, los discursos de su representante en la Cámara popular, es absolutamente nuevo en España. Claro es que otros discursos han sido editados, pero no en circunstancias tan diáfanas. Barcia puede enorgullecerse de que en este homenaje que sus electores le tributan, no han entrado sino dos únicos factores: el cariño y la admiración.
Don Augusto Barcia es, sencillamente, uno de los hombres de más valía de la actual generación política; su nombre viene rodeado, desde hace muchos años de un extraordinario prestigio; sobre su talento no puede colocarse sino otro don aún más excelso: su integridad. Recto, pundonoroso, sanamente viril; desinteresado, enamorado de todos los ideales de justicia y de democracia, merece él solo cien ciudadanías. No son su doble entereza varonil, ni su decisión inquebrantable para arrollar cuantos obstáculos pueda oponerse a sus altos propósitos, las que le captan el respeto público; es, ante todo, su elevación de ideas, su pureza de determinación y su austeridad ciertamente espartana. Con su organización vigorosa, casi atlética, contrasta su ingenuidad casi infantil; con sus prematuras canas que en la flor de la vida, brillan sus reflejos argénteos entre sus cabellera negra y abundante. Barcia es «un niño precoz del futuro», y en sus pupilas relampagueantes hay siempre una transparencia que se llama adivinación.
Y luego, su cultura es lo que se llama formidable. Hace muchos años brillaba en la Universidad; luego deslumbró en el Ateneo con su saber extraordinario y su dialéctica invencible, y en las Academias y Sociedades de cultura con su documentación, su método riguroso y su clarividencia científica. Aunque jamás hubiera ocupado un escaño en la Cámara, Barcia hubiera sido siempre un político eminente y afamadísimo; un político al estilo de Mohl, de Zachadise de Schac y de Posadas; porque a diferencia de lo que hacen ciertos profesionales del parlamentarismo, Don Augusto Barcia ha querido dominar el campo de la filosofía del derecho y del Derecho positivo todo el mundo, sabe que es un letrado insigne de la política teórica y de la sociología moderna, antes de presentar al Congreso sus doctrinas y sus planes perfectos de regeneración.
Asombra maravilla; deslumbra la labor realizada por este hombre, verdaderamente extraordinario, en un solo año de actuación parlamentaria; no tiene precedentes sino que en aquellos tiempos de las Constituyentes en que pasmaron con su deber y su elocuencia Castelar, Pi, Salmerón, Figueras, Martos; Ruiz Zorrilla, Labra, Aparici y Guijarro, Manterola, Orense Cánovas y Romero Robledo. Parece mentira que un solo cerebro haya podido estudiar a fondo tantas y tan diferentes cuestiones, tan varios y complejos problemas. Y no hay más que leer los discursos, en que la forma plasma a los moldes perdurables clásicos, hasta encajar en ellos como una cristalización magna, para adquirir la certidumbre de que son ejemplo de doctrina y guía de enseñanza. 
En un año solo Barcia ha realizado una tarea que es incapaz de llevar a cabo la mayor parte de los hombres que presumen de parlamentarios en toda una vida. [...]"
(El Día, Almería, 10 de agosto de 1917) 

Primera página de la obra
Col. José Berruezo García
Y así fue como vio la luz esta obra de 331 páginas, donde se recogieron los principales discursos que pronunció en el Congreso en 1916 y 1917 sobre diversa temática, entre ellas:
  1. La política internacional
  2. La modificación de la Ley de 12 de junio de 1911 que suprimió el impuesto de consumos
  3. Sesión necrológica en honor de don Alfredo Vicenti
  4. Arrendamiento de las operaciones de producción de azogue en las minas de Almadén
  5. Gastos de reconstitución nacional y autorización para emitir deuda
  6. El problema de la emigración
  7. La reorganización del Cuerpo Diplomático y del Cuerpo Consular
  8. La polítical postal y telegráfica en España
  9. Los servicios postales, telegráficos y telefónicos en España
  10. La política hispanoamericana
  11. El presupuesto de “Gastos de reconstitución nacional” y el presupuesto de Marina
  12. La política ferroviaria en España

Al final del libro se listaron todos los suscriptores de los pueblos mencionados que hicieron posible la edición del mismo. En el caso de Garrucha, donde se recaudó la considerable cantidad para la época de 614,50 pesetas, siendo por ello la segunda localidad que más constribuyó tras Albox, aparecen 403 personas; entre las primeras están don Simón Fuentes Caparrós, don Francisco Berruezo López y los hermanos don Pedro y don Francisco Berruezo Gerez, los principales sostenes del barcismo en el municipio.

Detalle de los primeros suscriptores de la extensa lista para Garrucha
Col. José Berruezo García


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