sábado, 28 de abril de 2018

Ramón de Cala, el jerezano que se enamoró del levante almeriense



D. Ramón de Cala Barea
(http://www.entornoajerez.com)
Quién iba a decirle a Ramón de Cala López cuando nació en Jerez de la Frontera allá por el año 1864 que unas décadas más tarde iba a convertirse en uno de los principales eruditos de la historia del levante almeriense, a más de 450 km de distancia.

Nuestro querido jerezano era hijo de D. Ramón de Cala Barea y Dña. Josefa López Martínez. Su padre fue un hombre de raza, un destacado político republicano que colaboró activamente en la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II, siendo Presidente de la Junta Revolucionaria de Jerez. Además, fue Concejal del Ayuntamiento jerezano, así como Diputado a Cortes y Senador durante el Gobierno Provisional y la I República, llegando a ser Vicepresidente del Congreso de los Diputados. También De Cala Barea fue un aguerrido periodista, siendo Director del periódico “La Igualdad” y redactor de “El Combate”.

Ramón de Cala López, pese a que su pasión fue la historia, particularmente la arqueología y la numismática, era de profesión farmacéutico y a finales del siglo XIX se trasladó a vivir con su familia a la ciudad minera de Cuevas del Almanzora. Aquí montó una Farmacia y en la cercana Herrerías estableció un laboratorio de Análisis Químico.

Pronto entró en contacto y trabó amistad con intelectuales locales de la talla de Sola, Almunia, Siret o Flores González-Grano de Oro. Particularmente estrecha fue su relación con el ingeniero de minas belga Luis Siret, fascinándose con los trabajos de arqueología de éste. Además, junto a su amigo el erudito cuevano Miguel Flores González-Grano de Oro decidió escribir la historia de algunos de los pueblos del levante almeriense. Así pues, en coautoría con González-Grano de Oro, publicó las monografías históricas “La Fiesta de Moros y Cristianos en la Villa de Carboneras” (1919), “Garrucha” (1920) e “Informe histórico sobre Cuevas” (1921). Estas obras se unen a su artículo “Sorbas, apuntes de un viajero” publicado en 1916 en la revista de la Sociedad de Estudios Almerienses, y a una monografía que publicó en el periódico “El Guadalete” de Jerez en 1891. Asimismo, proyectó la publicación de estudios históricos sobre Mojácar, Turre, Sorbas y Cuevas, pero una tragedia familiar le hizo abandonar estos proyectos.

El 28 de octubre de 1918 falleció en Herrerías de gripe española su hijo Ramón de Cala Ordoñez a la edad de 20 años. La muerte de su hijo, que compartía con él la afición por la historia, lo sumió en una profunda depresión que lo haría apartarse progresivamente de las investigaciones históricas. Para más inri fue el segundo hijo varón que perdió, pues el primero, de igual nombre, murió en 1893, con tan sólo 19 meses de edad. Sólo le quedaban sus hijas Josefa y Enriqueta.

Poco se sabe de la vida de Ramón de Cala López más allá de 1927, parece que se marchó con su familia a otro punto de la geografía española, quizá regresó a Jerez. Se perdió tan importante sabio para la historia levantina, como hacía tiempo que se había perdido su desconsolado corazón…



jueves, 26 de abril de 2018

La heroica Juana Ayora, madre en tiempos de guerra



Agustina de Aragón. Óleo de Augusto Ferrer-Dalmau
Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer y en el caso que nos concierne bien merece la pena recordar a la grandísima doña Juana Ayora Guevara, la formidable mujer que se esconde tras la heroica figura de don Cleofás Berruezo de Aro, de memorable recuerdo familiar.

Doña Juana vino al mundo un caluroso dos de julio de 1779 en el seno de una familia acomodada de Vera, entre cuyos ascendientes se encuentran los primeros repobladores cristianos del municipio a finales del siglo XV. Era hija de don Fernando Ayora Mellado, hacendado, militar de caballería del Regimiento Costa de Granada y funcionario de la Real Hacienda, y de doña Ana Guevara Martínez.

Criada en la Vera de la Ilustración del último tercio del siglo XVIII, el 10 de mayo de 1797 contrajo matrimonio con don Cleofás Berruezo de Aro en la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Ella tenía 17 años, mientras que él, militar en el mismo Arma que su suegro, tenía por aquel entonces 24 años y pertenecía a una familia de notables, siendo su padre don Jacinto Berruezo Soler, hacendado y Alcalde ordinario del vecino municipio de Turre.

El matrimonio Berruezo Ayora vivió en un primer momento en Vera, donde nacieron cinco de sus 11 hijos. Sin embargo, la invasión francesa y la epidemia de fiebre amarilla que asoló la localidad en 1810 motivó que la familia se traslade a vivir a Turre, donde Cleofás disponía de propiedades familiares. Aquí nacieron el resto de sus vástagos.

Duros fueron los años de la Guerra de la Independencia para el hogar familiar. Su marido y su padre combatían incasablemente a los franceses, mientras que ella en casa, junto a seguramente otras valerosas y sufridas mujeres de la familia, cuidaba a la extensa prole. Cometido impagable y más en aquellos convulsos momentos de escasez, angustia y terror.

Mucho le debe la familia a nuestra particular Agustina de Aragón, mujer formidable que sacó adelante a esa gran saga de hermanos que fueron los Berruezo Ayora, que andado el tiempo se convertirán en personalidades relevantes de los municipios en los que residieron.

La heroica doña Juana Ayora falleció en Turre el 7 de junio de 1834, a la edad de 54 años. Ella, que había vivido la dureza de la guerra contra el francés y la cruda posguerra, seguramente cerró los ojos aquel día con la lógica intranquilidad materna de tener a algunos de sus valientes hijos en el frente combatiendo en la Primera Guerra Carlista. Posiblemente sus últimos deseos en el lecho de muerte no fueron para ella sino porque Dios los cuidara, para que regresaran sanos y salvos; como así ocurrió. Tampoco cuesta imaginarse a aquellos hijos cuando volvieron a casa después de licenciarse, con sus galones ganados en mil batallas, con esos ojos que habían visto los horrores de los que era capaz el ser humano, hincarse de rodillas ante la tumba de aquella buena madre y recordar, bañados en lágrimas, aquel último beso en la frente que les dio y ese intenso abrazo cuando partieron a la guerra y que, por desgracia, hubo de ser el último.

A la memoria de mi pentabuela van dedicas estas breves líneas, así como a todas aquellas silenciosas mujeres para la historia que hicieron tanto en tiempos tan complicados, pues como dijo el escritor Richard Nathaniel Wright: «Sin duda, las mujeres españolas son las más bellas del mundo. La mujer española es sólida, la mujer española se echa el país a sus espaldas».



martes, 24 de abril de 2018

La Iglesia de Garrucha cumple 150 años



Iglesia Parroquial de San Joaquín de Garrucha
(https://www.flickr.com/photos/alindbt/2972035020/in/set-72157607411031371)
Este año 2018 es un año de importantes efemérides para Garrucha. Se cumplen varias fechas redondas, a destacar: 140 años de la construcción del Ayuntamiento de Garrucha; 130 años de la declaración por bula apostólica de San Joaquín como Patrón de Garrucha; 150 años de la constitución de la hoy conocida como Real, Ilustre y AntiguaHermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores; 70 años de la llegada de la talla de la Virgen de los Dolores tras la pérdida dela anterior imagen en la Guerra Civil; y 150 años de la finalización de las obras de la Iglesia Parroquial de Garrucha, de la que comentaremos en este artículo algunas de las fechas más significativas de su historia.

1861: El Ayuntamiento presidido por el Alcalde D. Manuel Berruezo Ayora acuerda la construcción de la Iglesia el 6 de enero, a partir de la mejora y ampliación de la antigua Ermita existente en la localidad, tan sólo cinco días después de la constitución del municipio como independiente. Ante la falta de fondos municipales, la edificación fue avalada en un primer momento por D. Manuel Berruezo a título personal. Pese a que no habían concluido las obras, que se prolongarán durante siete años, la Iglesia fue solemnemente inaugurada ese año.

1862: El Consistorio de D. Manuel Berruezo solicita al Obispo de Almería el establecimiento de los Sacramentos en la nueva Iglesia.

1865: El Alcalde D. Juan Francisco Berruezo Torres reactiva las obras de la Iglesia con una nueva dotación económica municipal.

1866: En acto solemne se inaugura la pila bautismal, siendo presidente del Ayuntamiento D. Juan Francisco Berruezo. Este hecho fue de una enorme importancia para el pueblo, pues desde ese momento los nacidos en Garrucha fueron bautizados en el municipio y no tendrían que desplazarse a Vera para ello. Don Bernardo Gerez dona una concha de plata con la que muchos garrucheros recibieron las aguas bautismales. Asimismo, se dota a Garrucha con su primer Teniente Cura, D. Gabriel de Haro Garrido, dependiente aún de Vera. Empieza el registro parroquial.

1868: Se termina la construcción de la Iglesia con la edificación de la torre. Comienza la Semana Santa de Garrucha.

1871: La Iglesia de Garrucha fue elevada a Parroquia, dejando así de depender de la de Vera, y cuenta con su primer cura párroco: D. Esteban Ruiz Carrillo.

1888: Siendo Alcalde D. Francisco Berruezo López, el Papa León XIII, mediante Bula Apostólica, declara formalmente a San Joaquín como Patrón del pueblo y Titular de la Iglesia Parroquial de Garrucha.

1900: El artista albojense D. Alfredo Fábrega realiza un precioso retablo gótico-mudéjar para la Iglesia, costeado por suscripción popular.

1907: El Ayuntamiento presidido por D. Pedro Berruezo Gerez, junto con la Iglesia, acuerda comprar una campana para el templo.

1928: Gracias a las gestiones del ingeniero D. Juan Figuera de Vargas, se obtiene una subvención gubernativa para el arreglo de la fachada y la torre de la Iglesia.

1936: En la Guerra Civil la Iglesia es saqueada, perdiéndose todo el patrimonio eclesiástico: imágenes, enseres, retablo, etc. Sólo se salvó una talla mariana que fue restablecida en 1939 por un miliciano a través de Dña. Marta Figuera de Vargas y Martínez.

Tras la Guerra Civil, poco a poco fue dotándose a la Iglesia con nuevos enseres e imágenes. El artístico retablo de Fábrega destruido dio paso a pinturas al fresco ejecutadas por el artista D. Luis Cañadas y restauradas años después por el pintor garruchero D. Clemente Gerez. En la década de 1970 se remodeló la fachada de la Iglesia y se suprimió el reloj que existía en su torre, quedando con el aspecto actual.



sábado, 21 de abril de 2018

Pedro Gea, el hombre de la plaza más famosa de Garrucha



Pedro Gea López-Teruel
(www.dipalme.org)
La plaza Pedro Gea quizá sea la más emblemática de Garrucha. Su céntrica ubicación al lado del Ayuntamiento la convierte en lugar de paso diario y todo garruchero o forastero que pasee por las calles del pueblo ha caminado por ella. Pero, ¿quién fue el hombre que se esconde detrás del nombre de la plaza? ¿Quién fue Pedro Gea y qué hizo para que tenga un lugar tan privilegiado en Garrucha?

La figura de Pedro Gea López-Teruel (Vélez Rubio, 1852) pertenece a los años dorados de la Garrucha minera, a la época de esplendor garruchero. Hijo del comerciante D. Francisco de Gea Blanco y Dña. Marcela López-Teruel Munuera, se crio en la villa marinera de la incesante actividad comercial e industrial. Aunque estudió medicina en Valencia, no ejerció más allá de colaboraciones puntuales con la Junta de Sanidad Municipal y continuó el negocio familiar, comerciando con carbón, petróleo y maderas, principalmente. También fue banquero y consignatario de buques e incluso llegó a ejercer como Vicecónsul inglés.

Pero Pedro Gea no es recordado por su labor empresarial sino por el cariño que siempre profesó a su querida Garrucha.

Con los años se convirtió en uno de los pilares fundamentales del pueblo. A lo largo de su vida impulsó y perteneció a toda asociación que buscase el progreso y la prosperidad de Garrucha y su comarca. Pero Gea, pese a ser miembro fundamental de todas ellas, fue un hombre discreto y nunca quiso ocupar puestos relevantes, siempre se mantuvo en un segundo plano, aunque influyendo de manera destacada. Asimismo, Pedro Gea fue redactor de periódicos locales como El Eco de Levante, donde se defendían los intereses de Garrucha y el levante, y fundó la revista Ideal en 1915, dedicada al arte, la literatura y el deporte. También hizo sus pinitos como poeta, aunque de manera aficionada.

Dedicatoria realizada  por los autoresen la Monografía
Histórica de Garrucha a Pedro Gea en 1920
Un aspecto reseñable de Pedro Gea fue su profundo conocimiento de la historia de Garrucha, al punto de que comenzó a divulgarla en artículos que a modo de folletín publicaba en su revista. Sin embargo, la desaparición de ésta dejó inconclusa la narración histórica. No obstante, estos escritos sirvieron de base a los autores Ramón de Cala López y Miguel Flores González-Grano de Oro para escribir la monografía histórica Garrucha, publicada en 1921 y dedicada explícitamente a Gea.

Excelso prohombre de la Garrucha de su tiempo, no es de extrañar que en 1923, dos años después de su muerte, el Ayuntamiento acordase ponerle su nombre a la Plaza más destacada del pueblo. Así se recogió en su momento:

“Por Don Antonio García Ramallo se manifiesta que teniendo presentes las virtudes cívicas que atesoraba el que fue vecino de esta villa, hoy difunto, Don Pedro Gea López-Teruel, consideraba que también era acreedor a que su memoria fuese recordada, proponiendo que la "Plaza de Abastos" que hoy lleva este nombre sea relevado por el de "Plaza de Pedro Gea". El Ayuntamiento atento a lo expuesto por el señor García Ramallo por unanimidad y con grata satisfacción reconoce que es justo el título con el que se honra la memoria del buen patriota D. Pedro Gea López-Teruel, y del mismo modo acuerda aceptar la proposición hecha.”
(Actas capitulares. Garrucha, sesión de 28 de octubre de 1923)


miércoles, 18 de abril de 2018

Cuando el Ayuntamiento republicano de Garrucha solicitó el sueldo de Alfonso XIII



Alfonso XIII
Hace unos días se ha cumplido el 87º aniversario de la proclamación de la II República. Aquel 14 de abril de 1931, la mayor parte de la población celebró en un primer momento el cambio de régimen con la esperanza de que la naciente España republicana trajera consigo prosperidad y soluciones a un país sumido en una notoria crisis social, económica y política.

Aunque en las capitales de provincia ganaron ampliamente las candidaturas republicanas en aquellas trascendentes elecciones municipales del 12 de abril, en los pueblos, donde el voto era más controlado, el triunfo mayoritario fue para los partidos dinásticos. Tal fue el caso de Garrucha, donde en un primer momento ganó la coalición monárquica, siendo elegido Alcalde el veterano y popular político D. Pedro Berruezo Gerez. Sin embargo, su nombramiento como primer regidor de la era republicana fue efímero, pues el 22 de abril se hizo cargo del gobierno municipal de manera interina una Comisión Gestora Republicano Socialista. Esta interinidad se mantuvo hasta la elección de un nuevo Ayuntamiento (afín a los intereses republicanos del momento) el 5 de junio de 1931, siendo designado Alcalde el médico socialista D. Alberto Martínez Álvarez de Sotomayor.

El nuevo Consistorio tuvo que lidiar con una difícil situación que venía arrastrando el municipio desde hacía años. A destacar, el gran paro obrero que existía Garrucha y la falta de ingresos municipales con los que acometer obras para el mejoramiento de la villa. Ante esta tesitura, a propuesta del concejal socialista D. José Clemente Vidal, en la sesión plenaria del 11 de junio de 1931, el Ayuntamiento acordó «interesar del Gobierno Civil se remita a este Ayuntamiento la cantidad que le haya correspondido de los sueldos devengados por el ex rey, al objeto de hacer algunas obras públicas municipales, que son necesarias, y dar empleo a obreros parados».

Surtiera o no efecto la anecdótica solicitud, lo cierto es que en esos días el Ministerio de Gobernación remitió mil pesetas al Ayuntamiento para mitigar el paro obrero. Recibido el dinero, el Consistorio acordó destinar esta cuantía a «la realización de una limpieza de todas las calles del pueblo, que en algunos sitios se encuentran llenas de escombros de casas caídas, quitando de las mismas todas las piedras y, si hecha esta obra quedara algún remate, se dedicase al arreglo de alguna calle, pero que la obra sea de la que exija poco material y muchos jornales.»



domingo, 15 de abril de 2018

El primer teléfono de Garrucha (1902)



Presentación del teléfono de Bell en Filadelfia, 1876.
(https://cdn.tgdd.vn/Files/2015/06/26/659903/graham-bell-phone-call-600x400.jpg)

En 1876 el escocés Alexander Graham Bell patentó el primer teléfono. Poco tiempo después los países desarrollados del mundo empezaron a introducir este novedoso invento que revolucionaría los medios de comunicación hasta entonces establecidos.

España, a diferencia de lo que había ocurrido con el ferrocarril o el telégrafo, fue una de las naciones pioneras en contar con este aparato. Meses después de patentarse, la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona adquirió el teléfono de Bell y la empresa Francisco Dalmau e Hijo comenzó su comercialización. En 1886 contaba el país con mil teléfonos, cifra que se iría aumentando de manera notable en los años siguientes.

En un primer momento las líneas telefónicas se establecieron principalmente entre particulares o instituciones públicas. Posteriormente, y con las oportunas mejoras tecnológicas, se implementaron las redes urbanas e interurbanas, aunque el despegue del uso del teléfono fue lento a finales del siglo XIX, pues el Estado protegía aún el telégrafo, cuya titularidad era generalmente estatal.

En 1921 España tenía 60.350 teléfonos. Sin embargo, la distribución geográfica no era pareja, siendo las grandes ciudades como Madrid (11.024) o Barcelona (17.206) las que acaparaban la mayoría de los abonados. Respecto a la situación de Andalucía, se ve en la figura 1 la distribución telefónica por provincias en ese año. En dicha figura 1 se observa como Almería es la Provincia andaluza donde existían menos abonados, 298. Un dato más que se añade a la tradicional depresión y abandono que sufrió Almería, donde el progreso tardaba en llegar y establecerse, pese a haber sido durante décadas unos de los focos industriales y comerciales más importantes de España.

Figura 1: Distribución de abonados en Andalucía, 1921.
(Fuente: El teléfono en España antes de Telefónica (1877-1924). Autor: Ángel Calvo Calvo)

Con respecto a la situación de Garrucha, no fue hasta la década de 1920 cuando se estableció el definitivo tendido telefónico, aunque limitado a comunicaciones con los pueblos circundantes. No obstante, en la primavera de 1902 la compañía Chávarri, que explotaba las minas de hierro de Bédar, instaló el que es considerado el primer teléfono de Garrucha. El hilo telefónico se estableció para poner en comunicación su estación minera de Tres Amigos, en la Sierra de Bédar, con la de la Marina de la Torre, en la playa garruchera. La instalación estuvo dirigida por el electricista D. Mateo Salas.

Nota de El Eco de Levante (Garrucha, 30/4/1902)


jueves, 12 de abril de 2018

La Hermandad del Nazareno y la Virgen de los Dolores de Garrucha cumple 150 años



Procesión en Garrucha durante su Semana Santa, hacia 1930. Al fondo pueden verse
los tronos de San Juan y de la Virgen de los Dolores en el Paseo del Malecón.

Tal día como hoy de hace 150 años se constituyó en Garrucha la actualmente conocida como Real, Ilustre y Antigua Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores.

Garrucha, que se había constituido como municipio independiente en 1861, no tenía en sus primeros años de emancipación una Semana Santa propia, por lo que llegados los días de Pasión los garrucheros se trasladaban a los municipios circundantes para contemplar las diversas procesiones.

Hubo que esperar hasta 1868 para que Garrucha comenzara a configurar su Semana Santa, coincidiendo con la terminación de la construcción de la Iglesia al edificarse su torre. Así pues, el 12 de abril de dicho año, canalizando el sentir cofrade de muchas familias de la población se constituyeron, bajo un mismo Estatuto, «dos asociaciones con la advocación de Ntro Padre Jesús de Nazareno y María Santísima de los Dolores, que se veneran en esta Sta Iglesia». Los firmantes de este histórico documento fueron el Cura coadjuntor de la Iglesia D. Eusebio Francisco Sáez, D. Francisco Berruezo López y su primo D. José Segura Berruezo.

Desgranando algunos aspectos de ese primer Estatuto se establecía que de cara a la salida procesional, aparte de los cargos de Hermano Mayor, Mayordomo y Secretario, se nombrarían dos Ayudantes y dos Cuadrilleros para ayudar a dirigir la estación de penitencia. Asimismo, el Hermano Mayor portaría la banderola, el Secretario la bandera y el Mayordomo el báculo, «y con el mismo los Ayudantes con dichas insignias para dirigir y llevar con el mejor orden la procesión.» Asimismo, se comentaba que el Jueves Santo por la tarde haría su procesión San Juan Evangelista, el Viernes Santo por la mañana el Nazareno y por la tarde la Virgen de los Dolores.

Virgen de los Dolores de Garrucha, 1905.
Imagen mariana perdida en la Guerra Civil
(Extraída del libro "Memoria histórica, fotográfica y
documental de Garrucha (1861-1936). Vol. II) 
La cuota anual que debían pagar los hermanos era de 5 reales, debiendo ser satisfecha entre el miércoles de ceniza y el Jueves Santo en vistas a poder hacer frente a los gastos de procesión y culto. También para ayudar a los gastos de cera y demás necesario que se originase se establecía que el Jueves Santo el Hermano Mayor pediría limosna por el pueblo, el Viernes Santo lo haría el Secretario, el Sábado Santo el Mayordomo, el Domingo de Resurrección los Ayudantes, y el Lunes los Cuadrilleros, así como en cualquier época del año por el Mayordomo acompañado de cuantos hermanos considerase necesario.

Por otro lado, todos los Lunes de Pascua de Resurrección se celebraría Junta de socios en la que se daría cuenta de la recaudación hecha, inversiones, etc, y se procedería a la elección de la nueva Junta de Gobierno a excepción de los Ayudantes, que serían los Cuadrilleros del año anterior.

Un aspecto curioso de este primigenio Estatuto era que «cuando un socio fallezca será acompañado por doce consocios con igual número de luces al cementerio con bandera de la asociación, haciéndose extensivo a su esposa e hijos, siempre que se hallen en la misma casa.»

Fueron poco más de un centenar los primeros socios o hermanos, entre los que se encuentran apellidos conocidos de la historia local como Berruezo, Calvet, Anglada, Segura, Giménez de Kirkpatrick, Lengo, Gerez, Rosa, Quesada, Cervantes, López, Cano, Soler, etc.

Hoy, 150 años después, la decana de las Hermandades de Garrucha ha pasado por altibajos a lo largo del tiempo, aunque el más duro e irreparable de todos ocurrió en 1936 cuando perdió, pasto de intencionadas llamas, a sus Sagrados Titulares, así como todos los enseres, ornamentos, tronos y demás patrimonio cofrade que poseía. Tras la Guerra Civil, poco a poco fue recuperándose con la incorporación de nuevas imágenes, como la de la Virgen de los Dolores en 1948 y la del Nazareno al año siguiente, así como de nuevo patrimonio hasta llegar a la configuración actual.


domingo, 8 de abril de 2018

D. Manuel Berruezo y la minería de Oria


Vista de Oria en primer término y las sierras circundantes, en la actualidad.
(Foto extraída de www.rutasserranas.net)

Cuando se habla de minería en Almería en el siglo XIX, a los que nos apasiona la historia del levante almeriense siempre se nos viene a la mente dos nombres principales: Sierra Almagrera y Bédar. No obstante, otros municipios de la Provincia también vivieron su particular esplendor minero, como fue el caso del municipio que nos concierne en este artículo: Oria.

Oria, y específicamente su Sierra, contiene menas de diversos minerales tales como plomo, hierro, zinc, cobalto o cobre. Este término municipal, encuadrado en el Valle del Almanzora, tuvo su época dorada minera desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX. La localidad, cuyas rentas principales estaban basadas en la agricultura, vio como la minería podía suponer una inyección de prosperidad a su economía. Sin embargo, el sueño orialeño minero fue efímero, pues las minas fueron, en general, explotadas a pequeña escala, motivado principalmente por el elevado coste de explotación y la inexistencia de adecuadas vías de comunicación, lo que encarecía y dificultaba su comercialización. Toda esta sinergia acabó por hacer a las minas de Oria inviables desde un punto de vista económico, a pesar de que en su época se intentó, sin éxito, mejorar la red de comunicaciones con la construcción de un ferrocarril que uniera Zurgena con Garrucha, para así facilitar la exportación mineral por la playa garruchera, ya que de esta manera se hubiera abaratado a la mitad los costes de transporte. Nunca llegó a realizarse, como tantas otras sensatas demandas que condenaron a muchos pueblos a una terrible agonía económica y demográfica.

En plena época dorada de la minería almeriense, D. Manuel Berruezo Ayora llegó a poseer y/o tener intereses en la década de 1850 en, al menos, cinco minas ubicadas en el término municipal de Oria: Deseada, Seis Hermanos, Triunfador, Niño-Dios y Virgen del Carmen. Gracias a los protocolos notariales conservados en el Archivo Histórico Provincial de Almería podemos conocer un poco del discurrir histórico de las minas Deseada, Seis Hermanos y Niño-Dios, siendo desconocido el bagaje de las otras dos por el momento.

Malaquita
Las minas Deseada, Seis Hermanos y Niño-Dios eran de cobre. Fueron muchos los yacimientos cobrizos que se explotaron en Oria, fundamentalmente eran de malaquita (Cu2CO3(OH)2), aunque también había, pero en menor medida, azurita (Cu3(CO3)2(OH)2).

La mina cobriza Deseada fue demarcada por D. Miguel de Liria Prieto, vecino de Olula del Río, el 31 de octubre de 1850 en el barranco de la Melera, en el término de Oria. Dispuesto a explotar la citada mina constituyó sociedad para tal efecto compuesta por 50 acciones. En noviembre de 1851 se le asociaron con la compra de 40 acciones los siguientes capitalistas, cuya distribución fue: D. Manuel Berruezo Ayora (20 acciones), D. Guillermo H. Huelin Newmann (8 acciones), D. José Lormann (7 acciones) y D. Juan de la Cruz Sánchez (5 acciones), quedándose Prieto las 10 restantes. De esta manera, don Manuel Berruezo se convirtió en el máximo accionista de la sociedad, asumiendo además la dirección de la explotación de la mina.

Al año siguiente, en 1852, D. Miguel de Liria Prieto, aludiendo falta de recursos con los que hacer frente a la contribución económica que le correspondía como segundo mayor accionista, cedió a D. Manuel Berruezo Ayora 6 de sus 10 acciones bajo la condición de que éste costease las otras cuatro que quedaron en poder de Prieto. Así pues, Berruezo se hacía de esta manera con 26 de las 50 acciones.

La mina Deseada tuvo que ser muy prometedora y su explotación tuvo que ir a buen ritmo, puesto que el valor de las acciones en apenas dos años incrementó su cuantía de manera muy notoria, nada que menos un ¡12500%!

Sin embargo, don Manuel Berruezo, que a lo largo de su vida se caracterizó por tener buen olfato para los negocios y particularmente en la minería fue un cierto oráculo pues profetizó en los albores de la explotación del hierro en Bédar que sería la nueva ambrosía de la minería del levante almeriense, es posible que atisbara los problemas y limitaciones que a medio plazo iba a tener las explotaciones mineras de Oria. Quizá motivado por esto y aprovechando el cenit de la explotación, decidió en abril de 1853 vender todas sus acciones de la mina Deseada. La sociedad mercantil Orozco y Bustos, perteneciente a D. Juan Antonio Orozco Segura y D. José Bustos González, le compró 24 acciones, y el particular D. Miguel González Giménez las otras dos restantes. Por esta operación obtuvo grandes beneficios, pues en dos escasos años de trabajo pasó de haber comprado acciones a precio irrisorio a vender a precio de oro, lo que denota su carácter y valía como empresario.

También en ese mismo mes y año vendió en partes iguales la inexplotada mina Seis Hermanos, que lindaba con la mencionada Deseada, a la sociedad Orozco y Bustos, y a D. Guillermo H. Huelin.

Por otro lado, y probablemente con el objetivo de repetir la operación realizada con la mina Deseada, don Manuel Berruezo adquirió la mina Niño-Dios, que había sido registrada el 20 de mayo de 1853 por D. José Fernández Najar, vecino de Cantoria. En junio de 1853 constituyó compañía para la explotación de la citada mina, ubicada en el paraje del Royo de Medina, término de Oria. La sociedad, compuesta de 50 acciones, tuvo como primeros socios a los vecinos de Albox D. Luis González Navarro (12 acciones) y D. Celestino Lafon Rame (12 acciones), reservándose de nuevo Berruezo, como principal accionista (26 acciones), la dirección y gestión de la mina. La explotación debió ser prometedora pues al año siguiente, en junio de 1854, la familia Orozco se asoció también. Así pues, don Manuel Berruezo vendió 18 de las 26 acciones que poseía a la Casa de comercio D. Ramón Orozco e hijo, convirtiéndose de esta manera D. Ramón Orozco en el accionista mayoritario de la sociedad, quedándose Berruezo una participación de 8 acciones. El devenir que tuvo la compañía a partir de este momento nos es desconocido por ahora.

Lo expuesto en este artículo son sólo unas pinceladas que ponen de manifiesto la intensa actividad minera que vivió Almería más allá de las consabidas Sierra Almagrera o Bédar, y denota que empresarios levantinos tan importantes como Orozco, Berruezo o Huelin participaron de manera relevante en otros cotos mineros de la provincia.


martes, 3 de abril de 2018

El Marqués que murió en Garrucha



El Marqués de Almanzora junto a sus nietos. c.1898
Extraída del libro "Memoria Histórica, Fotográfica y Documental
de Garrucha (1861-1936). Vol II." Autor: Juan Grima Cervantes
El 22 de marzo de 1903 a las una y veinte de la tarde falleció en su Casa-palacio del Paseo del Malecón de Garrucha D. Antonio Abellán Peñuela, Primer Marqués de Almanzora y Conde de Algaida. Tenía 81 años.

Don Antonio Abellán quizá sea uno de los máximos exponentes de aquellos hombres emprendedores del XIX, como los Berruezo, los Orozco o los Anglada, que pertenecientes a familias hacendadas en el Antiguo Régimen tuvieron el capital necesario y la intuición para invertir en la naciente y próspera minería, tras los descubrimientos de los filones de plomo argentífero en el Jaroso de Sierra Almagrera en 1838. Fue propietario de la importante fundición Atrevida, situada en Herrerías, que fue una de las más productivas de su distrito, y también participó en los negocios mineros de la familia Orozco, siendo copropietario de la fábrica metalúrgica San Ramón, ubicada en Garrucha.

Con los grandes beneficios que le concedía la industria minera, Abellán logró amasar un enorme conjunto de propiedades, al punto de llegar a ser el segundo hombre más rico de la provincia de Almería. 

Como era propio entre los de su clase, no tardaría el minero cuevano en adentrarse en el mundo de la política. En 1858 le llegó su gran momento al ser elegido Diputado a Cortes en las Elecciones Generales del 31 de octubre de ese año, por el Distrito de Vera, en sustitución del empresario D. Manuel Berruezo Ayora que se encontraba enfrascado en la consecución de la independencia de Garrucha. Este hecho acabaría por cambiarle la vida. Su salto a la política nacional (en la que fue Diputado en varias legislaturas, así como Senador), las importantes relaciones que su paso por la capital del Reino le aportaron, su buen juicio a la hora de administrar su patrimonio y su valía innata para hacer buenos negocios, le llevó a ser un hombre conocido y respetado, hasta el punto de que Amadeo I le otorgó el título nobiliario de Marqués de Almanzora en 1872, en reconocimiento a sus méritos personales. El flamante Marqués, ennoblecido por Gracia Real, en el cenit de sus aspiraciones personales, le regaló al Rey en agradecimiento un magnífico ejemplar de plata nativa de sus explotaciones de Herrerías, y que se conserva en la actualidad en el Museo Nacional Romano.

Durante los 40 años que estuvo vinculado a las altas esferas de la política, ayudó a mejorar su provincia y fue muy atento con su ciudad natal. Así por ejemplo, puede destacarse su gestión en la consecución del ferrocarril de Linares a Almería, lo que le valió ser nombrado Hijo Adoptivo de Almería y que le pusieran su nombre a una calle, o la Ley para el desagüe de las cuencas mineras, a iniciativa suya y del Marqués de Perijá, aprobada en 1889 y que permitió constituir el Sindicato del Desagüe de Sierra Almagrera, con el que se intentó solucionar el problema de las inundaciones de las minas.

En 1887 la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena le concedió a su caritativa esposa, Dña. Catalina Casanova Navarro, el título de Condesa de Algaida, por lo que el Marqués también añadió a su título el de Conde consorte.

Primera página de El Eco de Levante
de Garrucha en su edición del 24/3/1903
Con respecto a Garrucha, el Marqués siempre tuvo una especial deferencia. Por su rada exportaba los productos de su industria metalúrgica y poseía Casa-palacio en el hoy conocido como Paseo del Malecón, que habitaba principalmente en la época de baños. Le gustaba Garrucha, su clima, su ambiente marinero y cosmopolita de ajetreados hombres de negocios e incesante trasiego comercial, y aquí quiso venir a morir encontrándose achacoso de salud en su senectud, donde falleció rodeado y reconfortado por los suyos.

Su muerte supuso un gran impacto en la Almería de su época y su funeral fue una imponente manifestación de duelo donde acudieron todas las clases sociales. Aunque murió en Garrucha, se le dio sepultura en su Cuevas del Almanzora natal, en un sencillo nicho. No quiso ostentación ninguna. Hoy día ya no existe, quienes vayan al cementerio cuevano en busca de su tumba no la encontrarán, hace años su modesto enterramiento se deterioró por el abandono y el paso del tiempo hasta el punto de que sus restos hubo que exhumarlos. Tras esperar un tiempo prudente, al no haber nadie que reclamase al Marqués para darle nueva sepultura, pasó a un osario común. Triste final para un hombre que significó tanto en la provincia de Almería.

Garrucha lloró la pérdida de D. Antonio Abellán, la prensa local abrió su edición del 24 de marzo con una gran esquela que ocupó toda la primera página y dedicó una sentida necrológica de la que destacamos el siguiente fragmento para terminar este breve artículo, y que nos describe cómo era el hombre que ostentó el Marquesado de Almanzora:

A pesar de sus títulos y honores, hizo siempre una vida modesta y no conoció el orgullo. Su trato era llano y conversaba con igual afabilidad lo mismo con el grande que con el chico, ejerciendo en silencio la caridad. Sus obreros y servidores le profesaban un cariño entrañable; para todos fue un padre, más que jefe o un amo, y como en su vida fue humilde, lo mismo ha querido serlo en su muerte, dejando encargado por escrito que lo entierren sin vestiduras, envuelto en un simple lienzo en un ataúd sencillo, sin ninguna pompa.
(El Eco de Levante, Garrucha, 24 de marzo de 1903)